Túneles y ferris

Nos vamos a Stavanger. Ya está, si no queréis leer más podéis dejarlo aquí.

En la ruta de hoy no hay nada de interés. Unos cuantos kilómetros que nos llevarán a nuestro último destino en Noruega.

Para llegar tenemos que cojer 2 ferris y varios peajes. Nos gastaremos más dinero en llegar que en el hotel... Estos ferris son mucho más grandes. El trayecto también es algo más largo. Para que os hagáis una idea del tamaño del barco, ojo a los camiones que lleva.

En estos, además del típico refresco o frankfurt, te puedes meter un menú completo con sus albondiguitas, su pan, su cafelito...

El paisaje cambia mucho. Aquí no hay fiordos altísimos sino islitas que adornan el camino.

Me pregunto como harán los de esas casitas para ir a buscar el pan... Está claro que para vivir aquí (en Noruega) ha de gustarte el mar y tener una barquita. Entre otras cosas para poder pescar y ahorrar algo en comida.

Además de los ferris, pasamos varios túneles, tres de ellos bajan a más de 200 metros por debajo del nivel del mar. Por suerte, no vemos goteras.

El día tampoco acompaña. Está nublado, pero de esos nublados feos que ni siquiera llueve.

Y llegamos a Stavanger, no sin antes tener que parar a echar una cabezada en el coche, imaginad que aburrimiento de carretera...

Aunque apenas vemos cuatro calles de la ciudad, se ve más moderna, con más edificios altos y más fea por tanto. Bueno, en el centro parece que no, aunque ya lo averiguaremos. ¿Sabéis como llaman aquí al centro? Sentrum. Se lo han currao, eh?

Justo frente al hotel tenemos un parque con un gran estanque y patos, cisnes, palomas y gaviotas. Como si fuera el arca de Noé, vamos. Un día de estos habrá que darle una oportunidad a ver que tal se duerme la siesta...

Otra cosa que hay cerca del hotel es un super, así que compramos la cena y nos vamos a la habitación. Tenemos que descansar porque mañana, depende del tiempo que haga, puede ser un día duro...